Dulce luna que antaño
acompañó amarguras
riente contempla hoy
mi refugio en la alegría,
huída del dolor
de la celda de roca fría
de ausente amor,
superviviente de noches largas
malditas y repetidas
de soledades en letanía,
de ultimas penas se perdió el eco
de susurros al viento
para romper el silencio.
Para mí la música,
amiga de la belleza,
armonía de sonidos
de aguas cristalinas,
cobrán vida las formas
universos sentidos,
plenitud de la hermosura,
la senda aparece infinita,
ya no miraré de lejos
la quietud de la montaña
que era límite de mi horizonte
muralla de mi esperanza.
M.I.
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