viernes, 13 de agosto de 2010
Desde la ventana.
Deterse y contemplar,
dejar que sea la mirada, la impresión,
la que busque palabras sin inducción.
Ajena a la voluntad mi ánimo languidece
con la tarde que se marcha
mientras suenan lejanas las voces infantiles en la plaza,
levanto la vista al cielo y una luna creciente aparece
y una solitaria estrella la acompaña.
Mi mente desvaída intenta no pensar en nada
y sigo asomada en la ventana.
Una música suave mece
este instante de serena calma,
una anciana cruza la calle con el paso cansado
de quien no va a ninguna parte
de quien ya no espera nada.
De pronto un halo melancólico
en mí mirándola
se ha unido a las sombras de la noche que avanza,
quizá porque pasa la vida ante mi ventana.
M. Íberi.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Este poema me llega especialmente, quizá porque también yo suelo pasar tiempo en la ventana dejando vagar la mente.
Maravilloso!!!!
Publicar un comentario